La
serenidad de los cerdos me conmueve
El sol se
ha tomado el día libre, el gris solo ríe
Gotas caen
aplomadas, sin tregua, sin cuartel
El agua
moja la tierra y la sangre calma la sed
Prudencia,
contempla desde la ventana, quieta, impaciente
Espera a su
consorte, que de la guerra ha de volver
Lacerado y
maltrecho, sin corazón, sin ningún solo diente
Estremecido
el cielo llora y de la mesa cae el café
La sangre
acaricia la tierra y el agua derrite la piel
A ella,
implacable, le agrada por sorpresa aparecer, a ella, la muerte…
Prudencia
la espera, bien vestida, con banquetes y tazas de té
Las
hostilidades acabaran, pero no todo volverá a ser corriente
Intranquilo
como un niño, el cielo llora, mientras otros duermen
Las gotas
mojan a los vivos y a los sucumbidos, para que así despierten…